Entre los síntomas que presenta un ataque de ansiedad, Cano enumera:
- Incremento brusco de la sensación de ansiedad y miedo
- Taquicardia
- Palpitaciones fuertes
- Aumento de la temperatura corporal
- Sudoración
- Temblores
- Sensación de irrealidad
- Despersonalización (sentirse fuera de uno mismo) o desrealización (sensación de que lo que ocurre no es real)
- Temor a morir, a perder el control o el conocimiento
- Sensación de ahogo.
Además de los síntomas mencionados por Cano, el Manual diagnóstico de trastornos mentales, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, enumera también:
- Sofoco
- Opresión o malestar torácico
- Sensación de entumecimiento u hormigueo.
En un ataque de ansiedad no tienen por qué aparecer todos estos síntomas. Junto a la aparición de la sensación de ansiedad y miedo –síntoma principal– deben aparecer al menos cuatro síntomas más de los arriba enumerados. Todos ellos se inician bruscamente y, si no se controlan, llegan a su máxima expresión en los primeros 10 minutos. No tienen una duración determinada: «Va a depender de cómo lo procese la persona y cuánto tarde en lograr distraerse», explica Cano.
«Los factores que empeoran una crisis de ansiedad son la magnificación y la atención a los síntomas», cuenta el Psicólogo. «También, en los casos de gente que ya ha sufrido alguno, la anticipación: la propia ansiedad que provoca pensar en un ataque puede llegar a provocarnos uno». La clave para el psicólogo es, por tanto, lograr desviar la atención de los síntomas en cuanto aparezcan, para no agravarlos.
Las crisis de ansiedad están relacionadas con momentos de estrés o acontecimientos traumáticos, aunque pueden darse incluso en situaciones de calma. Conocer a alguien que las sufra o las haya sufrido es de lo más común: según un estudio publicado por la Sociedad Internacional de trastornos afectivos, más del 10% de la población adulta en España ha sufrido uno de estos ataques.
Estas crisis, también llamadas «ataques de ansiedad» o «ataques de pánico», son «una reacción emocional extrema de alarma, que llega a provocar miedo», explica Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.
Para Cano, una de las principales causas por las que se entra en pánico durante las crisis de ansiedad es el miedo que produce el desconocimiento de los propios síntomas. «Son similares a los de una situación de ansiedad común, la misma que puede sentirse al hacer un examen o una entrevista de trabajo», explica, «pero al aparecer sin explicación aparente, producen miedo e inquietud». A su vez, ese miedo e inquietud retroalimentan los síntomas.
«Se produce un círculo vicioso», cuenta Cano. «Si la persona afectada empieza a tener taquicardia, cree que puede estar sufriendo un ataque al corazón, de modo que se asusta, aumenta la ansiedad y la taquicardia empeora». La clave para minimizar los ataques e incluso evitarlos es, por tanto, conocer la sintomatología «para no magnificarla y saber que no puede producirnos ningún daño».
Cómo ayudar a una persona que sufre un ataque de ansiedad
Lo prioritario para que un ataque de ansiedad desaparezca es lograr que la persona afectada deje de pensar en los síntomas que está sufriendo. Para ello, Cano recomienda:
- Mantener una conversación activa: «La clave es lograr distraer a la persona, aunque no es fácil porque su atención se centrará en lo que cree que la amenaza», explica Cano. Para el catedrático, la forma de que desvíe su atención es «hacer todo lo posible para que el afectado hable».
- Ayuda a no magnificar los síntomas: es importante intentar que la persona afectada comprenda que nada de lo que le está ocurriendo puede hacerle año. Mientras hablamos con ella, «hay que intentar hacer ver que son los mismos síntomas que se tienen cuando hacemos un examen o hablamos en público», cuenta Cano.
- Normaliza la situación: «Uno de los temores que se dan en el inicio de un ataque de ansiedad es que los síntomas sean observables», explica Cano. Es importante, por tanto, evitar llamar la atención y que se generen corros de personas alrededor del afectado.
¿Y la bolsa de plástico?
En el imaginario colectivo se encuentra la idea de que, frente a un ataque de ansiedad, hay que poner al afectado a respirar en una bolsa de plástico. Esto se debe a que las crisis de ansiedad han estado relacionadas durante mucho tiempo con la hiperventilación, una respiración excesiva que produce una disminución del dióxido de carbono en sangre. Esta reducción produce, a su vez, síntomas asociados a la ansiedad, como mareo o taquicardia.
Sin embargo, la hiperventilación no es la causante de los ataques: un estudio del Centro de Estudio de la Ansiedad de la Universidad de Boston, en el que trataban de inducir ataques de pánico mediante hiperventilación, concluyó que esta no siempre produce una reacción de ansiedad. «Hay a quien puede funcionarle», aclara Cano, «pero la hiperventilación no es el verdadero motor de las crisis», concluye Cano. «Lo es la magnificación y la atención de los síntomas, que es lo que hay que intentar combatir».
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