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La alta sensibilidad es un don, una herramienta que te permite poder profundizar y empatizar más con las cosas. Pocas personas tienen la capacidad de llegar a este punto de aprendizaje vital.

 

¿Crees que reflexionas sobre cualquier cosa más que los demás? ¿Te preocupas por los sentimientos de otras personas? ¿Te gustan los ambientes más tranquilos, menos caóticos?

Los 4 Dones de las personas especialmente sensibles

1. El don del conocimiento emocional
Ya desde la infancia, el niño con alta sensibilidad va a percibir aspectos en su día a día que le van a ofrecer una mezcla de angustia, contradicción y fascinante curiosidad. Sus ojos captaran aspectos que ni los adultos tienen en cuenta.

Esa mueca de frustración en sus maestros, la expresión de preocupación en su madre… Serán capaces de percibir cosas que otros niños no ven, y ello, les enseñará desde muy pequeños que la vida es a veces difícil y contradictoria. Verán el mundo con la mirada de niño que se abre tempranamente al mundo de las emociones sin saber aún que las guía, que las hace vibrar o qué afila el sufrimiento adulto.

El conocimiento de las emociones es una arma de callado poder. Nos acerca más a las personas para entenderlas, pero a su vez, también nos hace más vulnerables al dolor.

La sensibilidad es como una luz que resplandece, pero a su vez, nos hace más vulnerables al comportamiento de los demás, a las mentiras piadosas, a los desengaños, a las ironías… ¡Es que todo te lo coges a la tremenda! te dirán a menudo, ¡Es que eres muy sensible! te comentarán otros.

Y así es, pero eres lo que eres. Un don exige una alta responsabilidad, tu conocimiento sobre las emociones te exige también saber protegerte. Saber cuidarte.

 

2. El don de disfrutar de la soledad
Las personas altamente sensible encuentran cierto placer en sus instantes de soledad. Son rincones que buscan con anhelo para llevar a cabo sus tareas, sus aficiones. Son personas creativas que disfrutan de la música, de la lectura… Y aunque ello no quita de que disfruten también de la compañía de otros, es en soledad cuando más satisfacción encuentran.

Las personas altamente sensibles no temen a la soledad. Son esos instantes en que pueden conectar más íntimamente con ellos mismos, con sus pensamientos, libres de apegos, lazos y miradas ajenas.

A la hora de hablar de las personas altamente sensibles, se les asocia a menudo al sufrimiento. A su tendencia a las depresiones, a la tristeza, a sentirse vulnerables frente a los estímulos externos, frente al comportamiento de la gente. No obstante, hay algo que el resto no sabe: pocas emociones se viven con tanta intensidad como el amar y ser amado…

Y no hablamos solo de relaciones afectivas, la amistad, el cariño cotidiano, o el sencillo acto de experimentar la belleza de un cuadro, de un paisaje o de una melodía, es para la persona altamente sensible una vivencia intensa. Enraizada en el propio corazón.

Debes aprender también que los demás, van a otro ritmo, que no tienen tu umbral emocional. Que no vivirán ciertas cosas con tu misma intensidad, no obstante, ello no significa, por ejemplo, te quieran menos. Respétalos, entiéndelos. Entiéndete a ti.

4. El don del crecimiento interior
La alta sensibilidad no se cura. Uno viene al mundo con ello, con esa particularidad, con ese don que ya se puede ver claramente desde que un niño es bien pequeño. Sus preguntas, su intuición, su tendencia al perfeccionista, su umbral al dolor físico, sus molestias ante luces o olores fuertes, su vulnerabilidad emocional…

No es fácil vivir con este don. No obstante, una vez uno reconoce lo que es y lo que nos puede aportar, llega el momento en que debemos aprender a gestionar muchos de esos detalles. No debes dejar que las emociones negativas te desborden en ciertos momentos.

 

16 rasgos de las personas altamente sensibles
Si te sientes identificado con lo anterior, puede que seas una persona muy sensible. Estos rasgos de personalidad (que comenzó a investigar Elaine N. Aron a principios de los 90) son relativamente comunes; una de cada cinco personas los posee. Aron, que ha escrito múltiples artículos y libros sobre la sensibilidad, entre ellos The Highly Sensitive Person (en español, El don de la sensibilidad), también desarrolló un test (que puedes probar aquí) para ayudar a determinar si eres una persona altamente sensible.
Si bien es cierto que ha aumentado el interés por la introversión (debido, especialmente, a las publicaciones sobre el tema, como el libro de Susan Cain Quiet, en español, El poder de los introvertidos), y que ahora somos más conscientes de estos rasgos de personalidad, Aron también destaca que la gente altamente sensible sigue considerándose una «minoría».

Pero «minoría» no es sinónimo de malo. De hecho, ser altamente sensible tiene numerosas características positivas. Aquí tienes algunas de las cualidades que comparte la gente altamente sensible.
1. Sienten con mayor intensidad. «Les gusta procesar las cosas a un nivel más profundo», afirma Ted Zeff, autor de The Highly Sensitive Person’s Survival Guide. «Son muy intuitivos, y llegan hasta el fondo de las cosas para llegar a descubrirlo todo».
2. Son más reactivos emocionalmente. La gente más sensible reacciona más frente a cualquier situación. Por ejemplo, mostrarán más empatía y preocupación por los problemas de un amigo, según explica Aron. También suelen preocuparse más por la reacción de otra persona ante a un suceso negativo.
3. Probablemente estén acostumbrados a oír: «No te lo tomes de forma personal» o «¿Por qué eres tan sensible?» Dependiendo de la cultura, la sensibilidad se puede considerar un valor añadido o, por el contrario, algo negativo, nos cuenta Zeff. En algunas de sus investigaciones, Zeff afirma que, en Norteamérica, la gente se burla con frecuencia de los hombres altamente sensibles (tal y como reconocieron los entrevistados), mientras que en otros países como Tailandia e India, los hombres sensibles no suelen ser objeto de burla, según afirmaron en las entrevistas. «Por lo tanto, tiene mucho que ver con la cultura; en algunas sociedades, que te digan ‘¡Qué sensible eres!’ puede ser algo bueno», explica.
4. Prefieren hacer ejercicio solos.

La gente altamente sensible tiende a evitar los deportes de equipo, en los que parece que todo el mundo está observando tus movimientos, argumenta Zeff. En su estudio, la mayoría de las personas sensibles a las que entrevistó prefería deportes individuales, como hacer bicicleta o senderismo y salir a correr. Sin embargo, esto no siempre se cumple; también hay gente altamente sensible que, gracias a la comprensión y al apoyo de su familia, tiene más facilidad para participar en deportes de grupo, afirma Zeff.
5. Les cuesta más tomar decisiones. Las personas altamente sensibles son más conscientes de las sutilezas y de los detalles que dificultan la toma de decisiones, asegura Aron. Aunque no haya una decisión «acertada» o «equivocada» (por ejemplo, a la hora de elegir el sabor de un helado), las personas más sensibles tienden a tardar más en decidirse, puesto que sopesan cualquier consecuencia posible. Como aconsejaba Aron en su Comfort Zone Newsletter, «tómate todo el tiempo que la situación te permita y, si es posible, pide más tiempo si lo necesitas». «Cuando tengas que decidirte, piensa por unos momentos (un minuto, una hora, un día, una semana) que ya has tomado una decisión concreta. ¿Qué te parece? A menudo, desde fuera, la decisión adquiere otras dimensiones, y te da la posibilidad de ver tu caso con más claridad», sugiere. Por otra parte, cuando una persona altamente sensible llega a la conclusión de cuál es la decisión adecuada y cuál no en una situación determinada, llevará a cabo con rapidez esa misma decisión en ocasiones futuras.
6. Se sienten más decepcionados que los demás al tomar una decisión «equivocada». ¿Has experimentado alguna vez ese sentimiento desagradable al descubrir que has tomado una decisión errónea? En el caso de las personas altamente sensibles, «esa sensación se amplifica, pues su reactividad emocional es más alta», explica Aron.

7. Son muy muy observadores.

Las personas altamente sensibles son las primeras en darse cuenta de los detalles de una habitación, de los zapatos que estrenas, o de los cambios del tiempo.
8. No todas las personas sensibles son introvertidas. De hecho, según Aron, alrededor de un 30% de las personas altamente sensibles son extrovertidas. La especialista asegura que muchas veces, las personas sensibles y extrovertidas han crecido en una comunidad estrechamente unida (puede que vivieran en un barrio residencial, en un pueblo pequeño, o que tuvieran mucha relación con sus familiares), por lo que les resulta más fácil interactuar con la gente.
9. Trabajan bien en ambientes de equipo. Ya que las personas altamente sensibles les dan muchas vueltas a las cosas, trabajan muy bien en equipo, explica Aron. No obstante, son más adecuadas para puestos en los que no tienen que tomar una decisión final. Por ejemplo, si una persona sensible forma parte de un equipo médico, será buena analizando los pros y los contras que implica la operación de un paciente, pero es preferible que sea otra persona la encargada de decidir si ese paciente debe operarse o no.
10. Son más propensos a la ansiedad o la depresión (pero solo si han vivido experiencias negativas en el pasado). «Si has experimentado momentos malos en tu vida, sobre todo de pequeño (falta de seguridad en casa o en la escuela), tu sistema nervioso está activado para sentir ansiedad», explica Aron. Pero esto no quiere decir que todas las personas altamente sensibles vayan a tener ansiedad; de hecho, un entorno comprensivo es una buena medida de protección frente a la ansiedad. Los padres de niños altamente sensibles tienen que «asumir que sus hijos son estupendos, pero que hay que saber cómo tratarlos», afirma Aron. «No debes pecar por exceso de protección, pero tampoco por defecto. Tienes que valorarlos de tal manera que, desde jóvenes, tengan confianza en sí mismos y sepan que pueden hacer bien las cosas».

11. Los sonidos desagradables pueden ser bastante más molestos para una persona altamente sensible. Si bien es cierto que, en general, a casi nadie le gustan los ruidos molestos, las personas altamente sensibles son aún más sensibles al caos y al ruido. Esto se debe a que tienden a sentir más fatiga o estimulación por un alto nivel de actividad, cuenta Aron.
12. Las películas violentas son las peores.

Puesto que las personas altamente sensibles son más propensas a la empatía y a la sobrestimulación, las películas violentas o de miedo no les van mucho, afirma Aron.
13. Lloran con más facilidad. Esta es la razón por la que es importante no avergonzar a las personas sensibles por su condición, explica Zeff. Si sus amigos y su familia se dan cuenta de que esa es su forma de ser, y la aceptan, no verán el «llanto fácil» como algo de lo que deban avergonzarse.
14. Son muy educados. Las personas altamente sensibles son muy cuidadosas, asegura Aron. Por ello, suelen mostrarse más consideradas con la gente y tienen muy buenos modales. También tienden a darse cuenta antes de que alguien no se está comportando bien. Por ejemplo, las personas más sensibles son más conscientes de dónde han dejado su carrito de la compra, no por temor a que alguien se lo robe, sino porque no quieren molestar a nadie al bloquearle el paso.
15. Son más sensibles a las críticas. Las personas altamente sensibles reaccionan a las críticas de forma más intensa. Como consecuencia, a veces emplean algunas tácticas para evitar las críticas, como por ejemplo, tratar de agradar siempre a la gente, criticarse a sí mismos, o evitar mostrar el origen de las críticas, de acuerdo con Aron.
«Si alguien te dice algo negativo, tú puedes responder que te da igual, y nadie se sentirá ofendido. Pero, si se tratara de una personas altamente sensible, se lo tomaría muy a pecho», afirma Zeff.
16. Un cubículo cerrado, bien. Oficinas abiertas, mal.

Al igual que prefieren hacer ejercicio solas, las personas sensibles también prefieren trabajar en un entorno individual. Zeff explica que a muchas personas sensibles les gusta trabajar desde casa o ser autónomos, porque así pueden controlar los estímulos de su lugar de trabajo. Según Zeff, los que no tienen el lujo de poder elaborar sus propios horarios de trabajo flexibles, prefieren trabajar en espacios pequeños y cerrados, donde tienen más privacidad y menos ruido.
Traducción de Marina Velasco Serrano