Cuando te sientes realmente mal y el pensamiento positivo no es la solución.
Por A.Carlos González
________________________________________
La importancia del pensamiento positivo no va a lograr que la energía del universo se alinee para traerte cosas buenas, como dicen algunos libros. Su eficacia está avalada por la ciencia. Numerosos estudios han constatado que las personas que piensan en positivo suelen tener mejor salud y más éxito en la vida que los pesimistas.
Ahora bien, como acérrimo creyente de la importancia de pensar en positivo, también soy consciente de que cuando estás mal, estás mal, y por mucho que intentes pensar en positivo, seguirás estando mal. Tendrás probablemente muchos momentos en los que te sientas anímica y mentalmente agotado, con dificultad para concentrarte en aquello que debes hacer, y por más que te repitas en tu cabeza una y otra vez el mensaje: «tengo que estar bien, tengo que estar bien», lo cierto es que no siempre será eficaz.
Como dice el viejo proverbio, «caerse está permitido, pero levantarse es obligatorio». Por lo tanto, soy también un gran creyente del periodo de gracia de 3 días, es decir, se permite que un problema (sea cual sea) pueda tumbarte 3 días, pero a partir del tercer día, debes tener asimilada la situación para esos problemas que no tienen solución o estar centrado en las soluciones para aquellos problemas que dependerán de nuestras acciones. Si estás ocupado tomando acción en la resolución de problemas, el problema se convierte en un objetivo a superar, y por lo tanto pasa de ser un problema a ser una meta.
5 Formas de liberarse de la negatividad.
El hábito de pensar negativamente no sólo predice la probabilidad que alguien tiene de deprimirse, sino que también predice la probabilidad que existe de sufrir todo tipo de enfermedades y trastornos a lo largo de la vida. Esto no quiere decir que el pensamiento negativo por sí solo crea enfermedades, pero ciertamente las ayuda.
Las personas negativas, a menudo, están orgullosas de describirse a sí mismas como «realistas». Por supuesto, cualquier persona que tiene una fuerte creencia, piensa que está siendo realista, ya se trate de encuentros OVNI o políticos perfectamente veraces. En ocasiones creemos que estamos siendo realistas por el simple hecho de que nuestro pensamiento está sesgado y buscamos información que confirme nuestras creencias, las cuales, por regla general, suelen ser falsas e infundadas.
Puesto que las personas suelen buscar palabras de consuelo que en ocasiones no nos hacen ningún bien, sí que podemos recurrir a otro tipo de consuelo más pragmático. En principio….
1. Si estás mal, es tu problema, y no el problema de los demás.
El otro día observé una escena que muestra claramente lo idiotas que podemos llegar a ser cuando tenemos problemas. En una cafetería donde reina el buen humor por parte de los camareros, ante una broma de una camarera, el jefe le dijo: «hoy no estoy para bromas». La cara de la camarera cambió radicalmente, al igual que las caras de algunos clientes. El «mal rollo» se instauró en el local en cuestión de segundos.
Si tienes un mal día, te jodes. Es tu mal día, no el de los demás. Flaco favor haces a los demás y a ti mismo si contagias tu estado de ánimo al resto, pues los estados de ánimo son contagiosos. Así que, cuando te sientas mal y estés rodeado de gente alegre, deja que te contagien esa alegría, y probablemente mejore tu estado de ánimo. Si eres tú el que contagias tu estado de ánimo depresivo, el propio ambiente que creas te genera más depresión.
(Ver: Cómo superar un desengaño amoroso en 72 horas, al final)
2. No sólo eres tú.
No importa el problema que tengas en estos momentos. Hay otras muchas personas que lo tienen, y muchas más que lo han tenido. Incluso verás probablemente personas con una increíble sonrisa en su rostro que en estos momentos podrían estar pasando por donde tú estás pasando.
Todos tenemos o hemos tenido momentos de frustración, dolor y tristeza. Y aquí estamos. Es mala estrategia consolarse con el sufrimiento ajeno, pero es una excelente estrategia el recordar que hay otras personas que padecen el mismo problema que nosotros y lo están resolviendo de forma estoica.
Es decir, no estás solo en tu problema y tu situación no es más importante que la de los demás. Sencillamente, es similar. No eres el primero que sufre porque lo han despedido, porque le ha dejado su pareja, etc…
3. Siempre podría ser peor.
Por muy mal que estés o por mucho que te haya ocurrido, recuerda que la cosa siempre podría ser peor de lo que es. De hecho, el hundirse ante un problema, hace que nosotros mismos aumentemos ese problema y lo traslademos a otras áreas de nuestra vida. No olvides las leyes de Murphy: «cuando creas que algo no puede ir a peor, descubrirás que sí podía».
Así que consuélate sabiendo que no es tanto como podría ser, pero crea la alerta para que tengas claro que de tus acciones inmediatas dependerá que llegue a peor o no. De paso, recordando ésto, aprenderemos a ser más agradecidos.
4. Siempre se pasa.
Nada dura para siempre, así que si estás en uno de esos estados de ánimo en los que te sientes como si este período de sufrimiento fuera a durar eternamente, te garantizo que no lo hará, a no ser que entres en esa fase de «idiotez» y que tú hagas que dure eternamente.
Recuerda que la vida no es lineal, y ésta es un conjunto de altibajos. Míralo como si fuera un juego. Cada problema, obstáculo o dificultad es una prueba que la vida te pone para enseñarte una lección o vacunarte para que puedas resolver otros problemas futuros más fácilmente.
Recuerda también que no hay luz sin oscuridad ni silencio sin ruidos, por lo que gracias a esos momentos de sufrimiento, sabremos apreciar y disfrutar mucho más de los momentos placenteros de la vida.
5. Estar mal está bien.
Para nosotros, los que hablamos de gestionar correctamente las emociones y no dar lugar a que nos invada la frustración, en ocasiones podría causarnos un enorme sentimiento de culpa el hecho de atravesar un estado anímico negativo.
Estar mal en un momento dado de nuestra vida es algo muy normal y natural. De lo contrario, no seríamos humanos. Personalmente, soy una persona de carácter afable, alegre, positiva y con sentido del humor. Y no hay nada de malo en reconocer que hay momentos en los que esa alegría y sentido del humor han desaparecido por completo, y que incluso otras veces he respirado 100 veces para evitar mandar a alguien al carajo.
Me doy permiso para sentirme abatido, pero por suerte o por experiencia, el abatimiento desaparece rápido porque sé que salir de ese estado de ánimo depende de mis acciones. ¿Se puede aprender a controlar las emociones negativas? Por supuesto.
Recuerda estas cinco cosas cuando te sientas verdaderamente mal, y si no te funcionan, te devolvemos tu problema.
Cómo superar un desengaño amoroso (decepción sentimental) en 72 horas.
Para comenzar, al igual que en las profesiones y los negocios, la práctica ayuda. No es distinto a perder el miedo a hablar en público. Hay personas que desde la primera vez que se ponen delante de un público, no sienten ni un ápice de nerviosismo. Supongo que se deberá a que estaban acostumbrados desde pequeños al haber participado en obras de teatro. Finalmente es algo que tienes o no tienes.
En cambio, para quien sí tiene pánico escénico, siempre existen algunas estrategias para disminuirlo. En cualquier caso, la práctica y la repetición te ayudará a paliar ese miedo.
Y lo mismo ocurre (creo yo) con el tema del desamor, y es que al menos en mi caso, me partieron el corazón tantas veces (a veces me lo partí yo solito), que aprendí a temprana edad que de desamor no te vas a morir, y que siempre se acaba pasando ese dolor, por lo que en cierto modo, haciendo las cosas correctamente, en tus manos está que dure más o dure menos ese dolor, siempre que tengamos claro a qué nos enfrentamos.
Primero hay que ir al origen.
Desde los 14 a los 17 años viví en una zona costera, y fui «víctima» de numerosos amores de verano. Es decir, conocí a muchas chicas que únicamente venían para 15 días de vacaciones.
Mientras mis amigos, muy orgullosos de la hazaña, contaban por docenas sus «rolletes» a finales de verano, yo tenía un serio problema, y es que a mí me gustaban las mujeres en su totalidad. Quiero decir con ésto, que yo me decantaba por aquellas chicas que eran más que una cara bonita y un buen cuerpo. Buscaba también un cerebro capaz de sacar lo mejor de mí, e intentar sacar lo mejor de ellas.
Cuando conocía a una chica así, pasaba aquellos 15 días con ella. Luego se iba, y yo me quedaba con una sensación de tristeza profunda. Llegó un momento que acabé asociando el amor con el dolor, pues eran 15 días en el cielo, y otros 15 (o quizás más) con tristeza de que aquella persona se había marchado. Y en aquella época no había Facebook ni Whatsapp. Si querías mantener el contacto con la persona, debías recurrir a las viejas cartas de papel o un teléfono fijo (pues tampoco estaban los móviles al alcance de los adolescentes).
Tras romperme el corazón unas cuantas veces con estos amores de verano, llegó un momento en que si alguna «chica pasajera» me gustaba, yo huía hacia el extremo contrario para no volver a verme como un alma en pena cuando se fuera. Claro que no tardé en darme cuenta de que aquel pensamiento era demasiado cobarde, y caí en la cuenta de que más vale vivir algo bonito aunque acabe que no vivirlo por el miedo a que acabe.
Después la vida sigue, y las relaciones también.
Luego las relaciones de todo tipo continúan, algunas duran más, otras menos, recibes consejos de personas mayores acerca del amor, dejas a una chica, una chica te deja, y en ambas situaciones se pasa mal.
Descubres que hay 3 tipos de desamor o desengaños amorosos, y rara vez existe alguno más:
• 1. Cuando te enamoras de alguien, pero esa persona no está enamorada de ti.
• 2. Cuando ambos estáis enamorados, pero descubres que esa persona no es la que pensabas o ella piensa que tú no eres lo que ella esperaba.
• 3. Cuando ambos estáis enamorados, y por capricho de «el de arriba», uno se queda sin el otro.
De estos 3 casos, realmente el que duele de verdad es el caso número 3. Los otros, visto de esta forma, son únicamente «minucias».
Pero hay ciertas reglas universales en el amor.
Tengo 35 años, y a mis espaldas más relaciones de las que puedo recordar. Y estoy soltero, por lo que evidentemente debe haber algo que no he hecho demasiado bien en este tema, aunque las reglas universales, universales son, y entenderlas, te ayudará a saber cuándo eres tú mismo el que está cometiendo un error desde el inicio:
1. Cuando dos personas quieren estar juntas, están juntas.
Salvo casos de fuerza mayor, no hay excusa que valga. Si 2 personas quieren estar juntas, estarán juntas. No sirve eso de: «acabo de terminar una relación y me gustas, pero vamos a dejar un tiempo antes de comenzar». Envía a esa persona al carajo, pues realmente te está poniendo una excusa. No quiere estar contigo y punto. En otros casos, únicamente es cuestión de prioridades, y puede que tú no seas su prioridad.
2. Cuando dos personas están enamoradas, quieren estar juntas el máximo tiempo posible. No hay otra ecuación posible a esta regla.
Cualquiera que haya estado enamorado de verdad, sabe que no hay otra combinación posible a esta regla, sobre todo al inicio de una relación. No hay ninguna excepción en este punto, salvo que no sea amor. Si nunca has tenido esa necesidad, lo siento, pero tú aún no te has enamorado de verdad.
3. No te puedes enamorar de alguien que no siente nada por ti.
Sé que muchas personas podrían discrepar en este punto, pero lo cierto es que hay que distinguir entre amor, capricho o «encoñamiento»(y disculpad por la expresión). El amor nace, no de cómo son las personas, sino de cómo te hacen sentir las personas, y por tanto, es lógicamente imposible que te enamores de alguien que te desprecia, de la misma forma que es imposible que te enamores de un cubito de hielo. Llámalo capricho, pues hay gente que también lo pasa mal cuando quiere comprarse un iPhone y no puede, y no por ello está enamorado de un iPhone. Otra cosa es que dos personas se hayan enamorado y después una deje de sentir algo por la otra, pero de entrada, el enamorarse de alguien que en ningún momento ha sentido nada por ti, es IMPOSIBLE.
El problema es que en ocasiones, una persona puede sentir aprecio o cariño por ti, o tú por ella, e incluso se pueden confundir sentimientos. Y por tanto, la única forma de corroborar esta regla número 3 es ver si están funcionando las otras 2. Y ahí tienes la respuesta. ¿Estáis juntos?, No. ¿Deseáis estar todo el tiempo posible juntos?, No, o sólo uno de los dos. Resultado: uno de los dos va a salir muy jodido.
La mayoría de decepciones amorosas surgen al obviar algunas de estas 3 reglas universales, y en muchos casos las 3 al mismo tiempo. ¿Cómo?, de la misma forma que alguien se obsesiona con una estrella de cine hasta el punto de querer matarla por amor.
Decía un filósofo que el verdadero amor es obsesión. Si no hay verdadera obsesión por una persona, no hay verdadero amor, de la misma forma que el amor y la locura, en ocasiones cuesta distinguirlo. Pero a veces, la obsesión no es amor, y únicamente es obsesión, sobre todo cuando la proyectas a una persona que no te corresponde. No es distinto a estar obsesionado con los video-juegos.
Continuamos…..
Todo lo anterior no es un discurso extendido, sino que tiene mucho que ver con lo que queremos contar. Lo sé, ésto está quedando como un libro de auto-ayuda, pero es más sencillo.
La importancia de las líneas, principios y código de cada uno.
El problema de muchas personas es que nunca se han parado a pensar cómo actuarían en según qué situación. Fue Victoria Bernal la que me enseñó hace ya casi 17 años, que en todos los ámbitos de la vida debemos tener muy claras las líneas que nunca vamos a cruzar ni las líneas que vamos a dejar que crucen los demás. De esa forma, llegado el momento, no sigas tus sentimientos, y sigue tu código y principios.
Ejemplos de líneas, principios y código.
Si una persona con la que estás intentándolo, te dice: «necesito tiempo para pensar», bien o mal, en mi caso tengo muy clara la respuesta: «tómate todo el tiempo del mundo. Se acabó». Puede sonar demasiado frío e incluso puede que acabes llorando por las esquinas, pero la experiencia propia y muchas ajenas, me dice que te vas a introducir en un infierno que rara vez acaba bien. ¿Hay excepciones?… psss, habría que estudiarlas. No obstante, cuando uno lo tiene claro y la otra persona no, es más útil guiarse por la regla general, y no por las posibles excepciones, ya que quien busca excepciones, suele salir muy decepcionado (por regla general).
Si una persona te es infiel, que cada cual haga lo que quiera, pero en mi caso no es algo que pueda perdonar y mucho menos olvidar. Así que nuevamente, aunque tengas que llorar por las esquinas, llegado el momento, ya sé qué tengo que hacer en este caso. Si te dice: «Fue un error… es que había bebido», al menos en mi caso le diría: «Así que no sólo eres una infiel, sino que además eres una borracha»… lo que se viene denominando en mi tierra como «una perita en dulce», vamos. 🙂
Y vamos yendo al grano.
¿Por qué se alarga a veces tanto tiempo el dolor tras un desengaño o decepción amorosa?
Leía el otro día un escrito llamado: «el día que decidiste volver a hostiarte», de la página «Ni falta que me importa», el cual describe perfectamente la mayoría de desengaños amorosos y uno de los principales motivos por los que se dan:
El día que decidiste volver a hostiarte.
No le eches la culpa a nadie, lo sabías perfectamente. Lo sabías y lo sabes. Sabías que te la ibas a pegar, sabías que no ibas a recibir lo que querías por mucho que tú estuvieses dispuesto a entregar, sabías que lo que te esperaba no era precisamente lo que esperabas, sabías que el guantazo iba a ser a mano abierta, de los que pican y dejan huella, pero aún así tus cojones decidieron hacerse toreros: Te pusiste tus mejores galas, te colocaste medio chaleco antibalas y tocaste madera casi 69 veces.
¿Sabes la sensación esa de ponerte una venda en los ojos y ‘dar palos de ciego’ a una preciosa piñata que segundos antes se han encargado de quitar? Golpeas y golpeas al aire, pero no consigues nada. No puedes ver porque tienes los ojos tapados pero… aunque en realidad podrías quitarte la venda, no lo haces. Empiezas a cansarte, no entiendes q después de tantos intentos no consigas nada, pero no dejas de intentarlo; tú te empeñas en seguir manteniendo vivas tus ilusiones aunque eso suponga desgastarte. Ni siquiera pones en una balanza esfuerzo y recompensa, de ahí q lo intentes una y otra vez. Todo el mundo te dice q lo dejes ya; ellos lo ven claro, pero tú crees saber más q los demás.
Lo peor viene cuando al quitarte la venda compruebas que el esfuerzo invertido ha sido infinitamente mayor que el ‘tesoro’ que pretendías obtener.
El desamor funciona como cualquier problema grave o trauma. Suele tener las mismas etapas, que serían la negación, negociación y asimilación.
Negación: No me puede estar pasando a mí.
Negociación: Diosito de mi vida, si haces que ésto se arregle me quito de fumar.
Asimilación: Pues sí, me está pasando a mí, y no puedo hacer nada.
Por desgracia, en el desamor, hacemos demasiado larga la etapa de la negación, y eterna la negociación. Y ese es el motivo por el que a tantas personas les cuesta seguir con su vida.
La negación.
Hay que pasarla de una forma rápida, pues en la mayoría de los casos ya sabías probablemente lo que iba a ocurrir. Y si además estás viendo unas claras señales o tu pareja te lo ha dicho claramente…
Negociación.
En el amor está permitido el insistir, aunque aprendí desde muy joven que cuando alguien saca el valor necesario para decirte que no quiere continuar, con cada insistencia la estás alejando cada vez más. Además de que te ves a ti mismo como algo patético.
Yo mismo he llegado a volver con alguien por lástima, y flaco favor le hice a esa persona. Y lo cierto es que a mí no me gustaría que alguien volviera conmigo por lástima.
Pero en el amor/desamor, la negociación suele darse de diferentes maneras que nos llevan a cometer verdaderas estupideces, como por ejemplo el estar enamorado de alguien que te está dejando e insistirle en que queréis seguir siendo amigos. Y una mierda; tú no quieres ser su amigo, y únicamente vas a alargar tu propia agonía.
Asimilación.
Si tienes en cuenta todo lo anterior, y haces las cosas siguiendo estos sencillos pasos que mostramos a continuación, puede funcionar perfectamente lo de las 72 horas.
No es que haya puesto 72 horas (3 días) por ninguna razón científica. Podrían haber sido 6 días, pero la verdad, en ocasiones nos puede sobrar un día e incluso más.
Puse 3 días contando con que no somos ordenadores, y partiendo de que el amor funciona exactamente igual que una droga de la que hay que desengancharse, pero podemos desengancharnos en esos 3 días. ¿Y qué hace una persona cuando quiere desengancharse de una droga?, alejarse de ella y no probar ni un poquito.
En esos primeros 2 días, si eres de los que le gusta quitarse las penas bebiendo, bebe. Si tienes que llorar, llora; incluso si es extremadamente fuerte el desengaño, tómate un día de descanso y pásalo en la cama llorando, bebiendo o lo que sea que hagas, si tu trabajo o función te lo permite. Pero siempre teniendo en cuenta que ese comportamiento tiene una corta fecha de caducidad.
Evita contacto o posibilidad de contacto de una y otra parte.
Como decían Chenoa y Bisbal: «¿Cuántas veces has esperado esa llamada ausente….?», pues una vez hayas terminado el período de negociación y entres en la asimilación, no esperes esa llamada. Evítala.
La mayoría de las personas alargan el dolor esperando un mensaje, una llamada… y en plena era tecnológica, los más masocas consultan su estado de Whatsapp, sus publicaciones de Facebook, etc…
Hazle un bloqueo total y absoluto en Whatsapp, borra su teléfono y cualquier forma de contacto, descarga una aplicación para bloquear llamadas entrantes de esa persona, elimínala y bloquéala en Facebook. De esta forma se acabó la esperanza de que esa persona se ponga en contacto contigo. La ansiedad ante la pregunta: «¿Me llamará o no me llamará?, ¿me hablará por Facebook?», al menos debería desaparecer.
Los más drásticos (Presente), una vez tienen claro que ha llegado el momento de olvidar (asimilación) borran todo recuerdo de esa persona. Fotos a la basura, y suele ser una buena forma de hacer las cosas, pues te obliga a mirar obligatoriamente hacia delante, y si dentro de unas semanas o meses estás con alguien, no corres el riesgo de introducirte nuevamente en la rueda tras ver una foto de esa persona.
Éste es uno de los motivos por los que personalmente no tengo fotos con mis ex-parejas, salvo algunas puntuales excepciones. Básicamente, si había profunda decepción o dolor, arrasar con todo recuerdo era metodología innata. ¿Es la forma correcta de hacerlo?, no lo sé, pero es la que a mí me ha funcionado. Almaceno los recuerdos en mi mente, y eso ha llevado a mi mente a darle más importancia a aquellas personas que fueron más importantes, aunque siempre he agradecido toda experiencia que he vivido.
Básicamente, a ésto le llamo un formateo, y al igual que en los ordenadores: «¿Estás seguro de que deseas eliminar X?, este proceso es irreversible». Le damos a aceptar.
Nunca hay marcha atrás.
Debes tener muy claro que una vez pones toda la maquinaria a trabajar, no hay marcha atrás. Habla con esa persona, queda con ella si quieres, pero en el momento que digas «hasta aquí», no des marcha atrás. La marcha atrás es incluso pésima como método anticonceptivo.
Y en mi caso, me aseguro de que la otra persona conozca cómo actúo en estos casos, lo que consiento y lo que no consiento, así como lo que pasaría en según qué situaciones. De esta forma, al menos me aseguro de que esa persona ya sabía lo que ocurriría si…(lo que sea)
¿Tan sencillo es?, ésto parece algo estúpido y poco eficaz.
Dicho así, parece algo incluso estúpido, pero… si lo unimos a todo lo anterior tendremos la respuesta de por qué a mí al menos me funciona.
En primer lugar, me funciona porque sé que me va a funcionar. Es decir, al igual que en cualquier otro campo, el no partir con dudas, suele fomentar el resultado positivo de una forma más sólida.
En segundo lugar, ya me grabé hace tiempo mis principios y mi código en este aspecto, y supongo que algunos de esos primeros fuertes desamores me servirían como vacuna para no ver ese dolor de la misma forma.
Saber que se te va a pasar en unos meses, también hace que el subconsciente se haga la evidente pregunta: «¿si ésto se me va a pasar en 3 meses, por qué no mejor que se me pase ahora?».
Pero ante todo, funciona porque en la mayoría de los casos, más que recurrir a insultar o criticar a la otra persona, si eres inteligente, acabarás diciéndote a ti mismo: «he sido un gilipollas», porque no quise ver lo que pasaba, quise ver señales donde no las había, etc… y asumir que has sido idiota, ayuda, pues dicen que en el momento que te das cuenta de que eres un loco o un idiota, en ese mismo momento, ya estás menos loco y eres menos idiota.
También ayuda el asumir que probablemente nunca hubo verdadero amor por parte de la otra persona.
Y en muchos casos, lo que más ayuda es verte a ti mismo desde fuera. Es decir, el ver lo que te han hecho, cómo te han tratado o cómo te están tratando e imaginar que se lo están haciendo a una persona que quieres en lugar de a ti mismo, te hará darte cuenta en muchos casos de que no merece la pena ni un minuto de tu tiempo con una persona que se está comportando así.
En resumen: Ten unos principios establecidos y unas líneas muy claras, dedica el tiempo justo a buscar las explicaciones y hablar con esa persona de lo que pasa o pasó, y dirígete rápidamente a la asimilación, haciendo lo que hemos denominado como formateo. No mires hacia atrás, y continúa avanzando.
Si alguien quiere decir, compartir o criticar algo, siéntase libre de hacerlo, pero ya digo de antemano que lo expuesto aquí no es a modo de tesis doctoral, sino mi visión personal sobre este tema.
Como complemento, te recomiendo: 17 pasos para sobrevivir a los peores momentos de tu vida.
Si algo debemos tener claro, es que en la vida no nos van a faltar problemas o situaciones que nos dejarán KO por momentos. Tuvimos problemas con 15 años, con 18, con 25…. pero curiosamente, luego miras hacia atrás, y aquellos problemas que parecía que te ahogaban cuando eras un adolescente, no eran tan graves como los problemas a los que hoy día te enfrentas.
Y supongo que cuando tengas 70 años y mires atrás, los problemas de hoy tampoco serán tan graves. Finalmente es la perspectiva y filosofía que tenemos ante las dificultades.
Problemas sentimentales, problemas de trabajo, fracaso en los negocios, problemas puntuales con personas, o quizás todo lo anterior al mismo tiempo.
(Leer también: 5 cosas que debes recordar cuando te sientas atrapado, atascado, vacío y sin sentido)
El paso 0.
Cuando sientas que no puedes más, que estás agotado, triste, deprimido, cabreado y que no encuentras sentido a nada, quítate la ropa y colócate desnudo ante el espejo. Saca tu smartphone y hazte un Selfie. Ahora sube la foto a las redes sociales.
Vale… si no te ves capaz de hacer tal estupidez, la buena noticia es que no estás realmente tan mal, y tu problema tiene solución 🙂
1. Despierta.
A veces parece que vivimos una pesadilla, y lo mejor para salir de la pesadilla es despertar. Si es necesario, date un par de bofetadas y grítate a ti mismo: «Despierta!!!». Es el primer paso para enfrentarse a la realidad y magnitud del problema.
2. Identifica el sentimiento.
Aunque parezca una estupidez, en ocasiones no nos sentimos bien, pero no sabemos exactamente a qué se debe. ¿Realmente estoy cabreado, o por el contrario estoy triste, deprimido, desesperado, cansado, estresado…?, probablemente sea el mejor paso para dar más adelante con la solución.
3. No te consueles con el sufrimiento de los demás.
Hay personas cuya terapia consiste en fijarse en sus vecinos o amigos, para poder así decir: «Bueno, ellos están igual o peor que yo». Realmente a mí me importa un bledo cómo estén los demás. Yo quiero estar bien, y por tanto, éso no me sirve de consuelo.
4. No reprimas las emociones.
No se trata de que vayas calentándole la cabeza a todo el mundo, pero intenta hablar de ello con una persona de confianza. Llora con ella si hace falta. A veces, llorar hace que las emociones negativas salgan cuando se trata de tristeza. Pero no esperes que esa persona pueda ayudarte más allá de darte un abrazo.
Si por el contrario es cabreo, tampoco lo reprimas; machaca un saco de boxeo o haz ejercicio hasta que se libere parte de ese enfado.
5. No bebas.
Poco más que decir: si bebes para hacer frente a las penas, acabas siendo un penoso borracho, y los problemas no desaparecen; aumentan.
6. ¿De quién es la culpa?
Vamos a partir de la premisa de que todo lo que ocurre a nuestro alrededor, en cierto modo es culpa nuestra, pero aún así, debemos identificar a la persona, grupo de personas o situación en cuestión que nos está provocando tales sentimientos.
Cuando todo parece que está hecho una mierda, realmente, por regla general todo deriva de un único problema que acaba contagiando todo lo demás. Hay que identificar claramente dónde está el problema. Y no alargues demasiado la búsqueda del epicentro del problema, pues podría derivar en una depresión profunda.
7. Evita medicación.
He conocido personas mentalmente fuertes que se metieron en problemas. Aquellos que recurrieron inmediatamente a la medicación, no acabaron demasiado bien. Aquellos que le echaron cojones a la situación, acabaron saliendo más fortalecidos (y pido disculpas por la expresión).
En estos momentos existe un gran debate sobre la medicación para la depresión, y es que se duda que tenga efectividad una medicación cuyos efectos secundarios conllevan el deseo de suicidio.
8. Recuerda que otros han pasado por eso mismo.
No importa lo que sea que te está sucediendo. Es 100% seguro que otros han pasado por eso mismo y consiguieron salir. Y salieron porque porque lo miraron desde una perspectiva diferente.
9. Comprende que el dolor no dura eternamente.
No importa lo fuerte que sea tu sentimiento de ahogo, siempre y cuando tengas claro que es seguro que ese sentimiento, con el tiempo va a mejorar. A no ser que tu problema sea que te estás muriendo, en cuyo caso, también es seguro que en algún momento vas a dejar de sufrir.
10. Finge estar bien.
Si antes decíamos que compartas tu angustia con una persona, con el resto finge estar bien. Es más, es más efectivo de lo que piensas. Si aparentas que estás bien, si aparentas que te diviertes, llega un momento en que tú mismo te confundes y comienzas a estar bien y divertirte.
11. Haz algo por alguien.
Es cierto que una de las mayores satisfacciones que encontrarás y que más felicidad te proporcionará es el prestar ayuda a alguien menos afortunado que tú. Ayudar a otra persona a ser más feliz, te ayuda en tu propia felicidad. Científicamente está demostrado que tanto la tristeza como la negatividad, así como la felicidad, es contagiosa.
12. Extrae las lecciones.
De todo problema podemos sacar una lección, y no estoy hablando de psicología barata. Pregúntate que experiencia puedes sacar de éso que te está ocurriendo, qué te puede enseñar, y sobre todo, cómo puedes usarlo para salir más fortalecido y sabio.
13. Incluso busca el lado positivo.
Alguna vez habrás escuchado a personas decir: «aquello que me pareció el fin del mundo, fue lo mejor que pudo pasar», o personas que aseguran que ir a la cárcel, no fue divertido, pero fue lo mejor que les pudo ocurrir. No suelen ser palabras de consuelo, sino una realidad.
Grandes empresarios coinciden en que si no llegan a ser despedidos de su trabajo, probablemente nunca hubieran construido el imperio que acabaron construyendo. Todo cambio llega con un estallido, donde algunos ven el fin del mundo, mientras otros ven el comienzo del nuevo. Es nuevamente la perspectiva que queramos darle a la situación.
14. Pero no seas el tonto de la historia.
A veces hay cosas que no tienen lado positivo lo mires por donde lo mires. Así que no hagas el tonto. Es un problema, y lo único que debes hacer es solucionarlo si tiene solución u olvidarlo si no la tiene.
15. Tómate un tiempo para recordar las cosas buenas de tu vida.
A veces le damos más importancia a los problemas de los que realmente tienen, por lo que tenemos cientos de cosas que agradecer, y en cambio, nos estamos centrando en un único problema. Tan importante es la perspectiva como el enfoque. Aquello en lo que te centras, es aquello que acaba cobrando importancia.
16. Haz algo bueno por ti mismo.
Date un capricho que hace tiempo no te das: un masaje, depilación, peluquería, uñas, tinte, cine…. o todo a la vez.
17. Pon el despertador y actúa con normalidad.
Durante todo el proceso, debes recordar que cada día es un nuevo día, y cada día, debemos comenzar haciendo algo productivo, debemos hacer cosas divertidas y debemos de darle sentido a nuestra vida. Debemos recordar que los problemas no sólo nos llegan a nosotros. Todo el mundo tiene problemas, pero quizás tú no lo hayas notado, porque quizás, para ellos, ese mismo problema o situación que tú tienes no sea tan grave para ellos como lo es para ti.
Sé paciente y esfuérzate por ser feliz, no te centres tanto en lo desgraciado que eres, y céntrate en lo que realmente importa en la vida, porque como decíamos al principio, problemas y momentos felices nunca te van a faltar en la vida.
Como alguien me dijo una vez: «la vida es un regalo que desenvuelves; el que ese regalo te guste o no, dependerá de tu actitud ante el regalo».
Y es que la vida es el conjunto total de momentos vividos; momentos de pasión, momentos duros, momentos de sacrificio, de dolor y momentos altamente felices, pero la vida también es como un libro, en el que hay que ir pasando páginas, y no volver a leer esos capítulos que menos nos gustaron.
Puede parecer fácil o puede parecer difícil, pero es lo que hay. Así que enfoque, actitud y perspectiva.
Comentarios recientes